viernes, 2 de octubre de 2009

Pichabrava murcianis vulgaris

Recupero mi actividad blogosférica con ánimo de cerrar algunos capítulos pendientes, y de empezar otros, esperemos esperemos. Voy a comenzar, como prometí, abriendo brecha en nuestro "pichabrava murcianis vulgaris" como animal autóctono playero y urbano de todos/as conocido.

Tras un extenso artículo dedicado a su equivalente femenina, ahora hablaremos del terror de la noche murciana, el partepanas sigiloso que ataca en la oscuridad y jamás perdona, de mordida fatal y perfida mirada. Antes de continuar, estimado lector, te pido que para lograr una mayor proxmidad con el artículista en la lectura de este artículo, alargues las "eses" en la pronunciación sobremanera y enfatices como nuesro inestimable Matias Prats Cañete cuando radiaba los partidos de fútbol y hacía sus comentarios taurinos en el NODO. No desdeñes empero, entonar y acentuar hasta cargarte de pasión en las descripciones y explicaciones del artículo, como el genial divulgador ambientalista español Félix Samuel Rodríguez de la Fuente. Si obras tal cual te advierto, sábete igual en forma y maneras que el Don Recto firmante.

El atardecer saca al pájaro del nido después de una laaaaaaaaaaaaaarga siesta y de unas horas descargándose películas coreanas de karatekas en chándal fosforito y coches tuneados de los años noventa, y lo lleva a los futbolines más cercanos después de ataviarse de su camiseta de baloncesto (obligatorio sin mangas para verse bien los tatuajes) del equipo triunfante del momento. Allí se encuentra con sus iguales del barrio y alguno del trabajo y se saludan con los gestos propios de la moda de su tribu urbana. Las cadenas y esclavas de oro y plata forman parte obligatoria de su indumentaria identificativa, siendo para ellos una señal del puesto jerárquico que ocupan en el grupo. Este aspecto en ocasiones se muestra confuso al no poderse ver bien la joya dada la espesura velluda del pecho. Aspecto este, que lejos de repeler a su enamorada, es un atractivo añadido, el cual, hábilmente combinado con alguna mella o dientes garrapiñados, hacen que su sonrisa sea única y embelese a la más convencida del lugar.

Capítulo aparte merece su peinado cenicerístico describiendo una corona enyesada de pelos puntiagudos provistos en forma de herradura. La razón de este peinado no está clara todavía. Pero su origen, según he podido averiguar, se remonta a la nobleza de finales de la Primera Guerra Mundial. La cresta da más poder según es más grande, a modo de corona principesca.



El vehículo es tan importante o más que todo lo hablado hasta ahora. No se concibe al pichabrava sin su coche, ni a su coche (perfectamente identificativo) sin su pichabrava. El coche viene a ser un turismo de categoría intermedia, tipo ibiza, fiesta, corsa, panda, marbella, fusión, 307, y un largo etcétera, tuneado hasta la barbarie llegando al rococó del tuneo. Los interiores agasajan a la hembra con todo tipo de juegos luminotécnicos y con un equipo de música con decibelios suficientes para dar un concierto de Camela en Jerez. Es normal y no sorprende a nadie que el decorado del vehículo pueda perfectamente multiplicar por tres el precio que pagó por el coche, pero eso es lo de menos. Nada enorgullece más al pichabrava que gastar su sudado sueldo en todo tipo de tontás decorativas para el coche. Es fundamental un alerón trasero descomunal que por su peso levante al vehículo poniéndolo sobre dos ruedas en la primera frenada cuando va a recoger a la moza.



La llegada de la noche alerta la hormona del pichabrava después de toda una semana de durísimo gimnasio, llega la hora de la verdad. Una cena ligera, a fin de no andar muy espeso y que no le falte tiempo para prepararse bien, es todo lo que puede entretenerse de su acicalamiento el pichabrava. La selección de la ropa no es problema, es muy básica como habréis visto, sin embargo, el enyesado, el troquelado y punteado del cenicero ya es otra cosa. Generalmente se suele ayudar de su valiente madre, quien a pique de perder un ojo, se esmera en seguir al pie de la letra las instrucciones de su atractivo hijo. Él se sienta en un taburete mientras ella, siempre de pie, somete la cabellera del hijo a los severos y necesarios tratamientos para moldearla y herrarla perfectamente.

Una vez encrestado y con todas las alhajas sale de casa dirección los colegas, no es problema si la iluminación de la zona es deficitaria porque como es obligatorio llevar cosas fluorescentes se le ve en la noche, es un blanco fácil a fin de cuentas. Con los colegas se practica el botellón, botelleo que es en mi tierra. Existe también la posibilidad de irse a hacer el imbécil con el coche picándose con otros y llevando el peligro a las calles.

Ya avanzada la madrugada, el buitre nocturno vuela con su manada buscando distraidas presas, de los gustos del pichabrava no voy a hablar porque pa qué..., léase ústed mi anterior artículo para la fémina.

La esencia del pichabrava está, como la esencia del español mismo, en APARENTAR. Si bien este pobre desgraciado lo hace sin clase ni elegancia ninguna, no se separa en su ambición del más culto español que conozca. La VANIDAD es su perdición. Es nuestra perdición estimados amigos.

4 comentarios:

Don Caaarlos dijo...

Sin duda cometió error don Recto y donde se lee Fusión debe decirse Golf o Polo, que corren más y tienen estética más moderna.

Desde el Paradooor del Rey, mis bendiciones.

don Recto dijo...

Siempre tan atento a mis deslices.

Don Caaarlos dijo...

Apenas dos horas para las 7 de la taaaarrdeee. No le digo más.

don Recto dijo...

Mi cuerpo se yergue para el saludo militar. Izad las banderas!!. Salid de las trincheras!!